En distintas ocasiones, la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM) se ha pronunciado sobre la urgente necesidad de que el transporte público migre del modelo de hombre-autobús a una empresa formal, ya que es la única forma de dar un salto cualitativo en torno a la calidad y eficiencia del servicio. 

Y no sólo eso, sino que ahora también la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial estableció los objetivos en torno a su materialización con carácter municipal, a fin de cambiar los paradigmas del sector de manera regional.

Es por eso que platicamos con Nicolás Rosales, presidente de la AMTM, quien señaló que ya existen esfuerzos en torno a este fenómeno, pero para seguir impulsando el cambio de hombre-camión a empresa es importante tener consideraciones muy particulares. 

La primera clave, señaló el especialista, es el reordenamiento, pues distintos estudios han establecido que las viejas formas de operar el transporte han quedado obsoletas, de tal manera que resulta esencial hacer este cambio para acceder a mejores condiciones en favor del usuario, de la sociedad y del ambiente. 

“Con esto, el hombre-camión que se integra a una empresa de distintos socios tiene acceso a mejores condiciones de financiamiento, lo que se traduce en poder renovar su parque vehicular y ofrecer un mejor servicio a los usuarios, de manera más segura, eficiente y amigable con el ambiente”, señaló Rosales. 

Otro punto a considerar son los estudios de impacto en origen-destino, a fin de actualizar el conocimiento que se tiene en torno a los usuarios, sus demandas y sus necesidades, a fin de reorganizar la oferta que se da en el transporte público. 

De esta manera, explicó, el hombre-camión que se mude a empresa puede ofrecer vehículos de mayor capacidad y con más tecnología, lo que significa mayor eficiencia y confort para los usuarios. 

 Y una tercera clave para la modernización en el servicio está relacionada con las sinergias entre los transportistas, las autoridades y los proveedores de la industria, ya que mientras los primeros se comprometen a formalizar su operación, los segundos ponen las condiciones y los terceros se adaptan para crear este círculo virtuoso. 

“Hay que recordar que el transporte público, en efecto, es un servicio, pero al mismo tiempo es un negocio, y los objetivos son satisfacer las demandas de los usuarios de manera segura y asequible, pero al mismo tiempo poder vivir de esta actividad y ofrecer condiciones competitivas a quienes trabajan en este sector”, agregó el presidente de la AMTM.

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Por último, el directivo aclaró que pasar de hombre-camión a empresa no significa que todos los corredores deban convertirse en sistemas BRT, pues estos fenómenos no son los más adecuados para todo tipo de movilidad urbana, así que lo ideal es hacerlo en todos y cada uno de los rincones del país en los que sigue imperando el modelo viejo y cada vez más deficiente.

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