Rubén Reyes aprendió a manejar un tractocamión desde los 10 años, cuando su padre le enseñó lo más básico para poder moverlo. Para él fue fácil y muy rápido ya hacía sus primeras maniobras de patio, pero todavía era un niño y su padre le siguió enseñando los trucos y secretos que guarda la 57, aún muchos años antes de imaginar que algún día tendría su propia empresa: Auto Express Reyes.
Pero no sólo le enseñó a manejar, sino que también lo instruyó en la mecánica y cada ocho días le hacían algo al tracto que manejaba el papá, desde una talacha hasta un cambio de aceite o reparaciones menores. También para eso salió buen aprendiz el que años más tarde se convertiría en dueño de su propio camión.
Pero fue justo cuando tenía 14 años que ya se hacía cargo del mantenimiento de las unidades que llegaban a su casa, amigos y colegas de su padre que le encargaban algún asunto preventivo y algunas veces también correctivo. Entre él y su papá se hacían cargo de darle servicio a los camiones que requerían alguno de estos servicios.
Ahí se aparcaban y comían en alguna fonda, se tomaban un refresco o de plano se dormían un rato para continuar su camino. Pero un día había un camión que debía llegar a Nuevo Laredo y no tenía conductor. Entre el padre y dos amigos voltearon a ver al chamaco que se limpiaba las manos llenas de grasa.
“No, pues te toca, Mijo. Ya conoces el camino y este carro trae la misma máquina que el mío, así que no tendrás mayor problema. Igual si pasa algo buscas un teléfono y me marcas, pero ya verás que todo saldrá bien. Cuando entregues la carga igual me marcas para conseguirte algo de regreso”, le dijo su padre.
Quizá fue la voz de profeta o tal vez que el muchacho en realidad había nacido para esto, pero así sucedió. Fue y vino con el camión cargado y hasta con más diésel que el de costumbre, pues conocía los rangos para sacarle mayor provecho a la unidad y entendía la física del camino.
Todavía muchos años antes de pensar en Auto Express Reyes, Rubén dejó el taller mecánico y se quedó pegado al volante para siempre. Siguió aprendiendo, conociendo los caminos y haciendo nuevos amigos y colegas que siempre le pedían ayuda para cualquier asunto que no funcionara en sus camiones.
Y así pasó muchos años, trabajando para otras empresas, y a la muerte de su padre pensó que lo mejor sería comprarse su propio camión y trabajar para él, ya que en ocasiones veía que para su padre era un tema ingrato, pues nunca pudo cumplir su sueño de ser un hombre-camión.
En silencio le hizo esa promesa a la memoria de su padre y en cuanto juntó para el enganche de un camión usado, no lo dudó y lo compró, no sin antes revisarlo de cabo a rabo, pues ya para ese entonces también era un gran conocedor en materia mecánica.
Lo puso al cien y empezó a trabajar duro para terminar de pagarlo lo antes posible, y eso no fue difícil, ya que había hecho muchos contactos que seguido le conseguían viajes por todos lados. Y aunque no eran bien pagados, su padre le había enseñado que hiciera bien sus cálculos y que aceptara todo aquel flete que le dejara una ganancia aceptable para llegar al siguiente viaje.
Así fue como fundó Auto Express Reyes, con la llegada del segundo camión, también usado aunque varios años más reciente que el anterior, y también lo dejó listo para el camino. Se lo dio a trabajar a un amigo que también había salido bueno para el volante.
Ya con dos camiones tenía mayor flexibilidad para ir definiendo el rumbo que tomaría Auto Express Reyes, pues a diferencia de sus primeros años, ahora el diésel ya era un gasto importante y los camiones nuevos seguían encareciendo, pero nunca perdió de vista que algún día crecería su flota con unidades recién salidas de la planta.
Y no fue fácil, ya que la competencia desleal y la falta de fletes mejor pagados mermó por algunos años la operación de la empresa, pero no tiró la toalla y seguido recordaba a su padre. Cuando pensaba qué haría él, el panorama se le aclaraba y seguía esforzándose.
Te recomendamos: Transportes Valencia, la madre que encargaba a sus hijos para subirse al camión
En la actualidad, Auto Express Reyes no tiene una flota grande, pero es un claro ejemplo de las buenas prácticas en torno a los mantenimientos preventivos, la planeación y la responsabilidad con los operadores, pues como él fue uno y su padre también, siempre les ha ofrecido las mejores condiciones posibles para realizar su trabajo de una forma digna y segura.