Jesús Ortiz Rodríguez, alias “El Charal”, es originario de Los Reyes La Paz, en el Estado de México; desde niño quería ser trailero como su papá, quien tenía un rabón y hacía fletes locales.
Desde niño le habían apodado “El Charal”, por flaco, y así se le quedó hasta hoy, cuando ya tiene 41 años y lleva ya muchos años siendo operador de autotransporte, pero la historia profesional se remonta la infancia, muchos años atrás.
Sus padres se habían divorciado cuando él y su hermano eran todavía muy pequeños; “El Charal” se quedó con la mamá y el menor se fue con el papá, pero justo cuando el mayor cursaba la secundaria tuvo una diferencia con su madre porque ya no quería seguir estudiando, así que se fue de casa.
Cuando llegó con su padre, sólo le dijo que ya no quería seguir estudiando, que la escuela no era para él, que mejor le enseñara a manejar porque él sabía que su futuro estaba arriba del volante.
Su padre no opuso resistencia y como tenía ahí el camión detenido, le enseñó y se lo dio a trabajar, que mejor hiciera algo de provecho. “El Charal” aprendió bien rápido y cuando tenía 15 años ya se sabía mover en diferentes configuraciones, aunque no pudiera hacerlo de forma oficial.
Jesús recuerda que esos años formativos fueron definitivos para él, pues su padre no sólo le enseñó a conducir el camión, sino a meterle mano, hacerle talacha y traerlo siempre al 100. Todavía recuerda con cariño y nostalgia aquellos años en que se la pasaban horas montando y desmontando partes hasta que el vehículo quedara bien.
Viajaban mucho al sureste y “El Charal” veía las pipas en convoy, le parecía fascinante manejar un tracto tan grande, además de que su padre le iba explicando el significado de las luces que se echaban entre unos y otros. Desde aquellas épocas él pensó que de grande quería ser pipero.
Justo cuando tenía todo listo para continuar con su carrera de operador, su madre le pidió que regresara, que ella tenía parada una combi de transporte público, que él la podía trabajar, y así sucedió.
De regreso a la casa materna, bien rápido le entendió al negocio y al volante de la combi, así que se quedó en este negocio cerca de 15 años, y no sólo eso, sino que le dio para comprarse una segunda unidad, pues el negocio iba muy bien.
Hasta que le llegó la tragedia, pues una de las unidades se le accidentó y fue pérdida total, así que tuvo que vender la otra para pagar los trámites de la primera y, de pronto, se quedó con nada.
Así que lo mejor que pudo hacer, hace unos 10 años, fue tramitar su licencia federal y conseguir trabajo como conductor; no le costó trabajo y empezó en una camioneta de tres y media, en la que duró seis meses para subirse de nuevo a un rabón, luego un torton y, ahora sí, al quinta rueda.
Cambió de trabajo y un colega suyo le recomendó que a su licencia le agregara la especificación de materiales peligrosos, pues eso le abriría más y mejores oportunidades de trabajo. Y así lo hizo.
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En efecto, consiguió trabajo ahora conduciendo pipas con materiales peligrosos, lo que significó un cambio sustancial en sus percepciones económicas, de tal manera que desde ese momento pudo darles una mejor calidad de vida a sus tres hijos, dos de quienes ya le dijeron que seguirán sus pasos.
Y pues así es la historia de Jesús Ortiz “El Charal”, un operador que nació para esto, que se cuida, que procura ser responsable en la carretera y que continuará en este camino por muchos años más.
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