A más de dos años del inicio de la pandemia, el transporte de pasaje aún no consigue la completa recuperación en sus ingresos y en el personal ocupado.
Las restricciones a la movilidad, los posteriores cambios acarreados por la COVID-19 como el trabajo híbrido o a distancia, así como los efectos de la crisis económica y la inflación en los bolsillos de los usuarios, mantienen al autotransporte de pasaje en un prolongado proceso de recuperación.
En los primeros siete meses del año, los ingresos totales del transporte colectivo urbano y suburbano se mantenían 19.1% por debajo de su desempeño de 2019.
Para el caso del transporte colectivo foráneo de pasajeros, el retroceso aún es de 26.7%, refieren datos de la Encuesta Mensual de Servicios (EMS).
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Dado que los ingresos del transporte de pasajeros aún no marca una operación del todo saludable, el transporte de pasajeros de servicios urbanos y suburbanos tiene aún a 24.3% de su personal fuera de la actividad.
En el caso de los servicios foráneos de ruta fija, el nivel en el personal ocupado, entre enero y junio de este año, es 14.4% inferior al de igual lapso de 2019, cuando la pandemia aún no paralizaba la economía.
De hecho, al segundo semestre del año, el Producto Interno Bruto (PIB) del transporte de pasaje se ubicaba 1.8% por debajo de su nivel de igual lapso de 2019, refieren Cuentas Nacionales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El transporte de pasaje carretero es el segundo servicio, dentro del sector de transportes, correos y almacenamiento, que más aporta al PIB nacional, con 2.1%.
Luego de caer 38.2% en 2020, su PIB avanzó 22.9% el año pasado y 37.9% anual, en el primer semestre de 2022. Expertos e involucrados en el transporte de pasaje sostienen que nunca llegará a los niveles prepandemia debido a los cambios que provocó la COVI-19 en la vida laboral y hábitos de la población.
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